viernes, 24 de diciembre de 2010

1. Rojo

Un leve grito, sofocado por robustas paredes de de concreto, escapó de la Tienda de Cómics de Ripity Tip —más concretamente, de la trastienda. La sangre, por otro lado, no alcanzó siquiera a suspirar fuera del tufado ambiente de aquel minúsculo lugar. No: el espeso líquido carmín no hizo más que brotar y brotar, tiñendo a un tono más oscuro la madera y el polvo del depósito. La cabellera rubia, de un vivo y resplandeciente dorado parecía fuera de lugar en el lúgubre local. Janéerre lo supo, claramente. Janéerre lo solucionó, nada limpiamente.

Un hombre algo pasado de peso, con tatuajes cubriéndole la ceja y adornando ridículamente parte de su frente, rió amargamente, resignado. Esbozó una sonrisa seca al repasar los números de la contabilidad. No era necesario contratar a un contador para que organizase los libros; la caja registradora y el anotador de mercaderías compradas y vendidas evidenciaban la situación con la misma claridad con la que un balance de sumas y saldos lo habría hecho. En efecto, hasta el pequeño de niño de once años, incluso sin sus sesos como por esos momentos se encontraba tendido a pocos metros, se daría cuenta de que el rojo se había apoderado también de los bolsillos del dueño de su ruinosa y siniestra tumba.

Cerró el cuaderno y dejó escapar su frustración en un largo suspiro.

Se pasó la mano por la cara y la calva coronilla, como si fuese una toalla que, de alguna sobrenatural manera, pudiese secar el sudor de su angustia. Claro que, a esas alturas, había llegado a dudar que algo pudiese ser natural en la tienda.

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